Urbanización vial

El nuevo vial conecta una de sus vías históricamente más importantes, el Carrer l’Esglesia, con el centro histórico y primer núcleo habitado de la localidad de Càrcer, la Plaza de la Verge.

Se pretende dotar a esta zona degrada de un nuevo acceso a la plaza que mejore la accesibilidad de esta y suponga un motivo de revitalización.

El trazado y las dimensiones del espacio sobre son el que se actúa es quebrado e irregular, tratándose del límite entre las parcelas urbanas consolidadas y la huerta.

A nivel constructivo, la idea fundamental del proyecto es la capacidad de adaptación de las zonas urbanas al emergente Cambio Climático. El objetivo radica en generar espacios sostenibles con un Sistema Urbano de Drenaje Sostenible (SUDS) que consiste en generar superficies permeables al agua de la lluvia mostrando el menor impacto medioambiental, con el empleo de sistemas de pavimentación drenantes.

Para la elaboración de la propuesta se realizó se tuvieron en cuenta cuatro indicadores de sostenibilidad en el espacio público: proporción de suelo sellado, gestión de las aguas pluviales, accesibilidad universal y la calidad ambiental. A partir de estos parámetros, se determinaron los objetivos específicos y las acciones a realizar, consistentes en: reducción del suelo sellado al mínimo imprescindible para el acceso rodado de vehículos, gestión sostenible de las escorrentías urbanas permitiendo su reutilización; una sección viaria que garantice la accesibilidad universal y la creación de un itinerario en sombra y para uso peatonal como zonas de estancia.

Pese a la vocación mayoritariamente peatonal de la vía, se proyectan tres bandas, una primera contigua al linde con la huerta, peatonal pero que permita el acceso rodado de vehículos de servicio y las cocheras preexistentes, al interior, una de circulación peatonal accesible que va acompañando al límite edificado y una tercera banda de vegetación paralela al eje rodado. El espacio liberado por estos tres ejes conformará unas pequeñas plazas no pavimentadas irregulares y de proporciones diversas para la contemplación de la huerta y que sirvan de transición entre ésta y la localidad.

La variedad de tonos rojizos del adoquín de clincker, las hojas propias del prunus pisardi, la grava en tonos neutros en contraste con los arbustos de flor blanca de la banda central definen la materialidad de este proyecto.